En los últimos 6 años he tenido la oportunidad de viajar y tocar música en todas partes del mundo. Siempre fue mi sueño desde el momento que decidí que me dedicaría a la música a tiempo completo. Ha sido la aventura de Fe más grande que he vivido, y en el camino he visto como Dios ha bendecido mi viaje.
Al principio, yo pensaba que el resto de mi vida sería viajado en aviones tocando música, apoyando a mis amigos artistas y bendiciendo a la iglesia a través de ese medio. Era soltero, y no veía más allá de mis propios deseos. En mi tiempo de universidad estudié composición y arreglos en Azusa Pacific University junto a unos de los mejores profesores del mundo. Fue un tiempo formativo que me preparó musicalmente para lo que venía, pero aún con todo eso, Dios tenía otro plan.
Para mí, la música lo era todo. Era mi identidad, mi trabajo, y mi enfoque al cien por ciento. Viví momentos muy especiales durante todos esos 6 años, pero cuando llegué a lo que yo consideraba la cima, me di cuenta que aún habían cosas en mí que no quedaban satisfechas. Pensé que el aplauso de los demás demostraba mi éxito y que el tocar bien era lo más importante. Llegué a tocar en estadios, con mis mejores amigos, con miles de personas gritando nuestros nombres y cantando junto a nosotros pero aún sentía vacíos. ¿A caso no es el sueño de cada músico vivir eso?
Por lo menos era lo que yo pensaba, pero lo que no sabía era que Dios estaba obrando algo en mí, algo que me llevaría a un lugar de identidad completa en Él y no en mi trabajo. Me tocó vivir procesos difíciles y momentos oscuros para llegar a decir que lo más importante ya no era la música, sino mi relación con Dios. Sigo amando la música, y sigo en lo mismo que siempre he hecho, pero con una nueva perspectiva. Este tiempo es prestado y en cualquier momento mi vida puede cambiar. Pero lo que ya no hago más, es buscar el aplauso del hombre o el reconocimiento de los demás. Ahora lo más valioso es mi relación con Jesús y Su presencia. La música es solamente parte de mi vida y doy gracias a Dios por darme esa pasión. Amo lo que hago y estoy agradecido por las puertas que Dios me ha abierto.
Si te identificas con alguna parte de esto, te quiero decir algo...la música no lo es todo, pero Cristo sí. Cuando el día termina, Él sigue siendo lo más valioso. Tu identidad no es la música ni lo que haces, sino Cristo y Cristo enaltecido!
- Abraham Osorio, productor musical, cantautor y músico.