¿Alguna vez le has orado a Dios sin haber oído nada? Puede hacerte sentir solo y avergonzado, todo en un sentimiento de vacío. Pero no pienses ni por un momento que Dios no escucha tus oraciones. ¿Sabías que durante 400 años antes de que Jesús llegara a la escena, el pueblo de Dios no escuchó nada de Dios? Dios guardó silencio. Sin profetas, sin milagros, sin palabra del Señor, solo un silencio absoluto. ¿Crees que el pueblo de Dios se desanimó? ¿Crees que empezaron a renunciar a la fidelidad de Dios? Quizás pensaron que toda esperanza estaba perdida. Tal vez se habían rendido por completo con Dios. Pero entonces, de la manera más inesperada, en el lugar y momento más improbables, apareció la respuesta a todas sus oraciones, preguntas, temores y desesperanza. En una pequeña ciudad llamada Belén nació el Rey de reyes.
¿Sientes que Dios no puede escucharte? Si es así, recuerda la verdad de que Él siempre está trabajando, incluso cuando nuestros ojos no pueden ver y nuestra mente no puede comprender. Esos 400 años de silencio celestial no fueron un abandono de Dios, sino una preparación para Dios. Nuestro Emmanuel, Dios con nosotros, vendría a hacer nuevas todas las cosas. Entonces, cuando atravieses temporadas en las que piensas que Dios está en silencio, recuerda la promesa de Navidad y agradece a Dios de antemano por el milagro que vendrá. Dios siempre está contigo y siempre está trabajando. En Navidad, adora a Aquel que vino a romper el silencio de tu corazón y, con toda la gloria y el poder, a silenciar para siempre el poder del enemigo. Por eso nació el Rey Jesús, para salvarte y liberarte.
Escrito por John Roberts