Todo estuvo bien. Era una noche tranquila, las ovejas descansaban en el campo descansando, comiendo…tal vez ambos. Las ovejas no hacen mucho. Entonces, de repente, una luz gigante esparció el cielo nocturno y puso de rodillas a un humilde grupo de pastores. Entonces sonó una voz: "No tengan miedo". ¿Estás bromeando? Si fueras un pastor ocupándose de sus propios asuntos en medio de la noche, y de repente te sorprende una erupción de luz en el cielo y una voz fuerte que te dice que no tengas miedo, creo que todos podemos estar de acuerdo en que lo primero que sentiríamos es miedo. Pero la llegada de la que se enterarían los pastores esa noche, fué digna de una entrada tan abrupta y sorprendente. Los cielos estaban dando la bienvenida a la presencia misma de Dios en la tierra.
En Lucas 2:14, los ángeles anunciaron: "Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad". En ese momento, los ángeles decidieron contar la paz que vendría a la tierra a través de Jesús. En ese momento, la paz era exactamente lo que necesitaban los pastores, y es exactamente lo que necesitamos hoy. La paz está en el centro de la historia navideña. El mensaje de los ángeles, el ambiente nocturno, el pequeño bebé nacido en un pesebre, reflejan la paz de Dios. Al celebrar la Navidad, recuerda la paz que los ángeles llevaron a los pastores. No era lo que esperaban, pero era lo que necesitaban. Dios sabe que necesitamos Su paz ahora mismo, y nos ha dado el mayor regalo, el Príncipe de Paz, en Navidad.
Escrito por John Roberts